lunes, 13 de diciembre de 2010

La Odisea. Canto XVII


Telémaco encarga al porquerizo que lleve a Odiseo al palacio real y luego se despide de ambos para dirigirse a encontrarse con su madre, la augusta Penélope. Ella lo recibe con toda la alegría y el alivio que puede esperarse de quien teme por la vida de su hijo; inmediatamente comienza a hacerle preguntas acerca de su viaje y las dificultades que tuvo que superar para poder llegar sano y salvo. Telémaco relata sus aventuras en Pilo, donde conoció al anciano Néstor y a su hijo Pisístrato, su viaje a Esparta, en el cual conversó con Menelao, para luego describir su viaje de regreso a la tierra de Ítaca.
Luego de dicha charla, un miembro del séquito de Penélope le augura a la reina que su esposo se encontraba en Ítaca en ese mismo momento y ella le promete tesoros incalculables si esa afirmación resultaba ser cierta.
Eumeo buscó un bastón para que ayudara el paso del anciano que iba a acompañarlo y ambos se dirigieron hacia el palacio real, como Telémaco les había indicado.
Al llegar a las puertas del palacio, Odiseo vio con enorme tristeza a su viejo perro Argos, el cual yacía sobre un cerro de estiércol. Odiseo mismo había tomado con sus manos a este hermoso animal cuando todavía era un cachorro, poco antes de partir hacia Ítaca y sus ojos se llenaron de lágrimas al verlo en tan lamentable situación. El noble animal fue capaz de levantar su cabeza y ver a su querido amo y lo reconoció inmediatamente, a pesar del tiempo transcurrido. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Argo pudo bajar las orejas y mover la cola en señal de reconocimiento y cariño hacia Odiseo, para luego morir con la felicidad de haber visto nuevamente a quien también era su rey.
Al palacio entró primero el porquerizo y se dirigió hacia Telémaco, luego lo hizo Odiseo y su hijo le hizo obsequio de pan y carne, indicándole que pidiera a los galanes para ver cual de ellos estaba dispuesto a compartir algo de comida y bebida con él. Odiseo obedeció los mandatos de su hijo, recorriendo la gran mesa mientras todos los pretendientes de la reina se preguntaban quién sería aquel mendigo desconocido y solamente le entregaban algunos mendrugos.
Antinoo reprende a Eumeo por haber llevado a aquel desconocido, pero en seguida Telémaco toma la palabra y detiene el ataque a su compañero con duras críticas. Odiseo no se asusta por cómo había sido densotado y se dirige hacia el propio Antinoo diciendo que este galán debería darle el doble que los otros debido a su gran parecido con el rey de Ítaca, pero como respuesta solo recibe un insulto y un escabel que le es arrojado. Odiseo, sin inmutarse en lo más mínimo, no respondió a la agresión, sino que elevó su voz a los dioses pidiendo que trajeran la muerte en forma veloz para aquel que lo había insultado y agredido.
Cuando la insigne Penélope se enteró de este atropello dentro de su palacio, se dirigió a Antinoo y lo reprendió con durísimas palabras, luego de lo cual pidió que aquel mendigo fuera llevado sin demora ante su presencia. Ante la posibilidad de ver a su esposa nuevamente luego de veinte años, Odiseo recurre a su astucia y prudencia y respondo que irá a verla solamente cuando sea de noche, para evitar que su encuentro sea descubierto por los demás y así verse libre de las sospechas que esto pudiera producir.

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