La Odisea. Cantos XIX, XX y XXI
El prudente Odiseo indica a su hijo Telémaco, igual a los dioses, que esconda las armas para que los galanes no tengan acceso a ellas cuando comience la batalla, le indica que como excusa diga que las desea proteger del humo que las ensucia y les quita brillo, además de evitar que los pretendientes, por exceso del dulce vino, se traben en combate armado.
Penélope cuenta a Odiseo cómo durante un largo tiempo mantuvo esperando a los galanes mientras tejía una mortaja para el día en que Laertes, padre de rey, exhalara el último aliento; ella había prometido casarse al terminar el tejido, pero destejía de noche lo hecho de día hasta el momento en que fue descubierta. Odiseo, dice ser Eton, de Creta y haber albergado al rey de Ítaca por 12 días en su viaje a Troya. Ante la duda de un engaño, Penélope le pide que describa al rey y a su gente y así él lo hace con todo detalle, dejando en la reina la convicción de su sinceridad. Para calmar la ansiedad de la reina, Odiseo le jura que no pasaría un mes antes de que su esposo regrese a Ítaca y ella ordena a una anciana que higienice al huésped. La anciana Euriclea, nodriza de Odiseo, se encarga de la tarea y descubre en el viejo mendigo una antigua cicatriz que recordaba claramente como rasgo inconfundible de su amado Odiseo, con lo cual descubre la identidad de aquel hombre, pero jura mantener el secreto hasta que él mismo lo revele.
Al día siguiente, Odiseo presencia cómo se apresta todo para un nuevo festín de los indignos pretendientes, al mismo tiempo que planea sus vengativas acciones por venir. Durante el banquete, Telémaco divino pide respeto por su huésped y Antínoo pide atrevidamente obedecer al muchacho, ya que Zeus no los ayudó a silenciarlo para siempre, pero igualmente lo insultan y luego presionan al hijo de la inmaculada Penélope para que inste a su madre a elegir nuevo esposo. La reina toma el arco de su esposo y unas flechas y desafía a los galanes que cualquiera que pueda disparar una flecha a lo largo de doce marcas será a quien ella siga como a su esposo hasta el último de sus días.
Todos comprenden que finalmente la reina ha cedido y ellos tienen su oportunidad para tomarla por mujer.
Telémaco es el primero en probar el arco y por tres intentos consecutivos falla al no poder combarlo. Luego de él, todos hacen el intento y uno a uno van comprendiendo que no les sería posible. Aún Antínoo y Eurímaco fallan.
Odiseo sale de la sala con Eumeo y el fiel boyero Filetio y les revela su verdadera identidad, ante lo cual ambos lloran de felicidad. A ellos les encarga cerrar las puertas y alejar a las mujeres de allí. Luego entran nuevamente a la sala por separado.
Antínoo propone dejar el intento para el otro día, donde vendrían todos con energías renovadas.
Entre medio de todos ellos, el anciano huésped pide el arco para hacer su intento y produce la burla y los insultos de los presentes, pero Telémaco y Penélope se muestran tajantes en permitirle intentar tensar el arco.
Eumeo y Filetio habían terminado de cerrar todas las puertas cuando Odiseo coloca una flecha en su propio arco, lo tiende y dispara la flecha con gran precisión a través de las doce marcas clavadas en el suelo.
Inmediatamente, Telémaco se coloca a su lado y ambos atacan sin tregua ni perdón a todos los galanes.
Penélope cuenta a Odiseo cómo durante un largo tiempo mantuvo esperando a los galanes mientras tejía una mortaja para el día en que Laertes, padre de rey, exhalara el último aliento; ella había prometido casarse al terminar el tejido, pero destejía de noche lo hecho de día hasta el momento en que fue descubierta. Odiseo, dice ser Eton, de Creta y haber albergado al rey de Ítaca por 12 días en su viaje a Troya. Ante la duda de un engaño, Penélope le pide que describa al rey y a su gente y así él lo hace con todo detalle, dejando en la reina la convicción de su sinceridad. Para calmar la ansiedad de la reina, Odiseo le jura que no pasaría un mes antes de que su esposo regrese a Ítaca y ella ordena a una anciana que higienice al huésped. La anciana Euriclea, nodriza de Odiseo, se encarga de la tarea y descubre en el viejo mendigo una antigua cicatriz que recordaba claramente como rasgo inconfundible de su amado Odiseo, con lo cual descubre la identidad de aquel hombre, pero jura mantener el secreto hasta que él mismo lo revele.
Al día siguiente, Odiseo presencia cómo se apresta todo para un nuevo festín de los indignos pretendientes, al mismo tiempo que planea sus vengativas acciones por venir. Durante el banquete, Telémaco divino pide respeto por su huésped y Antínoo pide atrevidamente obedecer al muchacho, ya que Zeus no los ayudó a silenciarlo para siempre, pero igualmente lo insultan y luego presionan al hijo de la inmaculada Penélope para que inste a su madre a elegir nuevo esposo. La reina toma el arco de su esposo y unas flechas y desafía a los galanes que cualquiera que pueda disparar una flecha a lo largo de doce marcas será a quien ella siga como a su esposo hasta el último de sus días.
Todos comprenden que finalmente la reina ha cedido y ellos tienen su oportunidad para tomarla por mujer.
Telémaco es el primero en probar el arco y por tres intentos consecutivos falla al no poder combarlo. Luego de él, todos hacen el intento y uno a uno van comprendiendo que no les sería posible. Aún Antínoo y Eurímaco fallan.
Odiseo sale de la sala con Eumeo y el fiel boyero Filetio y les revela su verdadera identidad, ante lo cual ambos lloran de felicidad. A ellos les encarga cerrar las puertas y alejar a las mujeres de allí. Luego entran nuevamente a la sala por separado.
Antínoo propone dejar el intento para el otro día, donde vendrían todos con energías renovadas.
Entre medio de todos ellos, el anciano huésped pide el arco para hacer su intento y produce la burla y los insultos de los presentes, pero Telémaco y Penélope se muestran tajantes en permitirle intentar tensar el arco.
Eumeo y Filetio habían terminado de cerrar todas las puertas cuando Odiseo coloca una flecha en su propio arco, lo tiende y dispara la flecha con gran precisión a través de las doce marcas clavadas en el suelo.
Inmediatamente, Telémaco se coloca a su lado y ambos atacan sin tregua ni perdón a todos los galanes.
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